Hoy en día, los conceptos de agilidad, así como las metodologías y las prácticas ágiles, tienen mucho que aportar al liderazgo que las organizaciones necesitan.
Uno de los principales objetivos que busca la agilidad, es lograr que las organizaciones tengan la capacidad necesaria para solucionar problemas complejos a los que nos enfrentamos en la actualidad, sumado a la incertidumbre de situaciones futuras. Pero para que una organización pueda llevar a cabo una transformación ágil, se requiere de líderes que posean también habilidades que la agilidad requiere.
Desarrollar una mentalidad resiliente.
Cuando las organizaciones se enfrentan al desarrollo de proyectos, deben tener muy presente que el futuro puede ser un escenario complejo y caótico difícil de predecir, por lo que hacer frente a ello es inevitable y una alternativa que se debe considerar en todo momento.
El liderazgo ágil hace indispensable una mentalidad resiliente, en la que los líderes emplean distintos enfoques en busca de soluciones creativas que respondan a un territorio desconocido. No solo se trata de actuar a tiempo, sino de desarrollar una agilidad mental que permita actuar de manera estratégica, y dirigir el proyecto hacia una dirección funcional, que pueda aportar valor al cliente.
Ser un guía estratégico.
Uno de los aspectos que la agilidad busca eliminar es el de tener líderes obsesionados con el control y la toma de decisiones unilateral, en donde la persona opta por solucionar los problemas a los que se enfrenta el equipo de trabajo. El liderazgo ágil implica entender que el equipo está conformado por especialistas en cada área, que al ser los más cercanos al problema, son también los mejores candidatos para encontrar la mejor solución.
Un buen líder ágil reconoce en cada miembro del equipo su capacidad de dominio, por lo que en lugar de controlar, busca motivar a hacerse cargo mediante autonomía, respaldo, y herramientas. Se trata de ser un guía estratégico que apoya al equipo de trabajo y promueve un desarrollo ágil del proyecto.
Ser parte del equipo.
Para poder llevar a cabo un liderazgo ágil, hay que dejar a un lado las jerarquías e involucrarse en la gestión de un buen equipo de trabajo, en el que los esfuerzos personalizados y enfrentamientos políticos desaparecen. En lugar de ello, se puede optar por una alineación en equipos que trabajan como unidad, cada uno enfocado a una especialidad pero buscando un objetivo en común.
Los líderes ágiles buscan apoyar a los equipos eliminando aquello que les impide progresar, y creando en ellos una seguridad psicológica que les permita enfrentar riesgos. Del mismo modo, promueven la igualdad de oportunidades para aportar, así como el respeto entre las personas y una buena comunicación. Un líder es parte del equipo porque entiende sus necesidades, reconoce sus capacidades y trabaja en la toma de decisiones a partir de la transparencia y una buena la colaboración.
Convertirse en un líder ágil no es algo que se alcance de la noche a la mañana. Mediante el uso de herramientas adecuadas, es posible desarrollar competencias y habilidades que con el tiempo y su aplicación conforman líderes capacitados para llevar a cabo proyectos ágiles.
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